Hoy es el día: es el día de color del ginkgo que veo desde mi ventana. Color amarillo denso, rotundo
y generoso, algo dorado, algo
verdoso...
es muy difícil describir un color,
me estoy dando cuenta. Como
ya lo preveía,
ayer por la tarde, con
la luz cobriza tan especial del
sol poniente, hice una foto. Ya
sé que es casi imposible conseguir captar
ese momento: el momento
de la tarde y de la luz, el momento del color
del ginkgo, el momento del año,
el del tiempo de la vida del árbol y de la mía. Ese momento
imposible de repetir,
tratando de detenerlo.
Ahora sí, el color amarillo es un flash de
luz sobre el resto de verdes
que pasan a tener un papel de telón, de mera comparsa que acompaña
la belleza de la estampa que
la Naturaleza ha compuesto; Y aunque la disposición del arbolado
es artificial –yo misma he intentado esos contrastes
muchas veces– el momento que viven los árboles cada
año es un fenómeno de la Naturaleza
ante
el que no puedo dejar de maravillarme por más que sepa que va a volver a repetirse,
que es una estampa cíclica y esperada,
pero al mismo tiempo nueva y única
para quien se detiene
a mirarla cada vez.
Los verdes
del resto del arbolado son bastante
uniformes; han desaparecido las manchas marrones de los hongos en los cipreses;
las casuarinas siguen con los extremos
de sus ramillas marrón-dorado, y tanto
los almeces como los chopos del fondo no han acabado de desprenderse de su hoja. Aun así, ya se puede adivinar su estructura
leñosa por debajo de las hojas que aún les quedan: algo abarquilladas y de
un tono verde-amarillento, pero
sin un color claramente definido.
En este clima, en el que el frío invernal
no es persistente y tampoco extremo, el otoño
no trae contrastes
rotundos de color en los árboles. Más al norte, las choperas y
los hayedos se vuelven
de todos
los colores al llegar los
fríos. ¡Y no digamos los tonos rojos
de los arces! Como eso no
sucede aquí, si encontramos
un árbol como el Ginkgo biloba que todos los años nos regala su color amarillo antes de despojarse de las hojas, lo valoramos
más y podemos sentirnos afortunados
por mirarlo.
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