Capítulo 2: El jardín

Todas las mañanas observo desde mi ventana un panorama único: un jardín antiguo al que domino con la vista desde un décimo piso. No es un jardín  muy grande –a esta altura se ve como una manzana verde en medio de las demás manzanas edificadas– pero para mí, es el jardín perfecto. Me maravilla mirarlo en cualquiera de las  estaciones del año, y me propongo anotar mis impresiones sobre él porque cada día encuentro alguna novedad, algo distinto en las formas cambiantes, en los contrastes de color y en el ambiente de calma o  bullicio,  que me llama la atención.
Cuando paseo por dentro del jardín las sensaciones no son las mismas: son también interesantes, aunque siempre muy distintas a las que siento desde aquí, a vista de pájaro que vuela a unos treinta metros de altura.

Capítulo 6: El Ginkgo

            Hoy es el día: es el día de color del ginkgo que veo desde mi ventana. Color amarillo denso, rotundo y generoso, algo dorado, algo verdoso... es muy difícil describir un color,  me estoy dando cuenta. Como  ya lo preveía,  ayer por la tarde, con la luz cobriza tan especial del sol poniente, hice una foto. Ya sé que es casi imposible conseguir captar ese momento: el momento de la tarde y de la luz, el momento del color del ginkgo, el momento del año, el del tiempo de la vida del árbol y de la mía. Ese momento imposible de repetir, tratando de detenerlo.